La edición 2025 del Festival de Gastronomía de Villa Pehuenia-Moquehue terminó dejando tras de sí aromas ahumados, recuerdos compartidos y una promesa: la de volver el próximo año. El sur cocina con amor y con pasión y así este encuentro, que se celebra desde hace ya más de 15 temporadas, fue creciendo como un buen vino de la cordillera.

Para llegar, basta con tomar la Ruta 13 desde Zapala, atravesando paisajes que ya son una promesa de disfrute. A sólo 11 km de la frontera con Chile, este rincón cordillerano seduce por su tranquilidad y hospitalidad.
Turistas de todo el país y también de Chile cruzaron para vivir esta fiesta: “Probé por primera vez una empanada de piñón y fue una locura”, contó Cecilia, una visitante de Buenos Aires. Mientras, los productores locales ofrecían desde mieles artesanales hasta cervezas con lúpulo del lugar.
La gente llenó los domos, los patios de comidas y las carpas de charlas. Hubo música en vivo, talleres para chicos y hasta una clase de panificación andina. “Nos vamos llenos de sabor y cariño”, resumió Gustavo, que viajó desde Bahía Blanca con su familia.

Enclavada entre bosques de pehuenes y las orillas del lago Aluminé, Villa Pehuenia recibió a más de 20 mil visitantes de todo el país.
"Es venir al paraíso, pero con la mesa servida",
dijo Florencia, una visitante de General Roca.
Este año, más de 30 chefs se sumaron al evento. El fuego fue protagonista, como siempre: corderos enteros girando en asadores, truchas recién pescadas cocidas al hierro y hongos patagónicos en mil formas.

En cada rincón, una carpa o un fogón. Clases magistrales, degustaciones, puestos de cerveza artesanal y panificados rústicos con masa madre. “No es solo comida, es cultura y comunidad”, afirmaron los organizadores del evento. Arturo de Gregorio, intendente de la localidad anfitriona, señalo que el festival crece año a año porque “la gente nos sigue eligiendo, es por eso que ya pensamos en la próxima edición“.
Así se despidió el Festival de Villa Pehuenia 2025: con la promesa de volver. Porque donde hay fuego, hay encuentro. Y donde hay encuentro, hay cocina que late.