Entre las raíces del enorme gomero de Recoleta —ese que cubre con su sombra las mesas de La Biela— se esconde un personaje que muchos descubren recién cuando se acercan: un titán metálico que parece sostener una de las ramas del árbol. Es Atlas, la escultura creada por el artista uruguayo Joaquín Arbiza , una pieza que combina mitología, reciclaje y amor por los autos.

Fanático de los motores desde chico —una pasión que heredó de su madre, quien además le dio la idea de hacer esta obra—, Arbiza reunió más de tres mil partes de autos de las décadas del 50 y 60: bujías, chasis, engranajes, frenos. Las soldó y ensambló una a una durante doce meses de trabajo hasta dar forma a este Atlas moderno, que en lugar de cargar el mundo sostiene una rama de árbol. La escultura pesa unos 300 kilos y fue donada por el artista a la Ciudad de Buenos Aires en 2014.

El titán metálico no solo cumple una función estética: también ayuda a apuntalar una de las ramas más pesadas del gomero, que con el paso del tiempo —y sus casi tres siglos de vida— comenzó a inclinarse. Algunas de sus ramas ya contaban con soportes de madera, pero la incorporación de esta escultura cambió por completo la escena: el soporte se transformó en una obra de arte pública, en un diálogo perfecto entre naturaleza y creatividad.

El gigante que lo inspiró
El gomero de Recoleta es, sin exagerar, una leyenda viva. Es el árbol más antiguo de Buenos Aires, con una base de diez metros, una copa de cuarenta y ramas que se extienden más de treinta metros sobre la vereda. Su historia se remonta al siglo XVIII, y su origen tiene dos posibles autores: los Padres Recoletos, que habrían plantado el ejemplar en 1718, o el ingeniero agrónomo Martín José de Altolaguirre, que hacia 1781 cultivaba especies exóticas en su huerto experimental.

El árbol sobrevivió a tormentas, remodelaciones y a la tentación de ser removido del lugar: en más de una ocasión se evaluó su traslado, pero el accionar de los vecinos lo impidió. Gracias a esa defensa, sigue allí, proyectando su sombra sobre las mesas de café, los turistas curiosos y el titán que lo sostiene.

El gomero y el Atlas se complementan como si siempre hubieran estado juntos. Uno crece, el otro resiste. Uno vive de savia, el otro de acero. Juntos forman una postal tan porteña como única: un árbol centenario sostenido por un titán hecho de autos antiguos, en el corazón de Recoleta.